domingo, 14 de noviembre de 2010

Una mujer ciega va a la universidad en pony en Estados Unidos


Mona Ramouni estaba tomando notas en braille cuando Cali decidió intervenir con un relincho, nada anormal en esta universidad estadounidense donde la joven estudia acompañada de un pony que le sirve de guía.

Mona Ramouni estaba tomando notas en braille cuando Cali decidió intervenir con un relincho, nada anormal en esta universidad estadounidense donde la joven estudia acompañada de un pony que le sirve de guía.

"¿Qué piensas, Cali?, pregunta entre risas Shelley Smithson, durante un curso sobre técnicas de psicoterapia.

Cali forma parte del puñado de caballos miniaturas utilizado en Estados Unidos para acompañar a los ciegos y sin duda es el primero en asistir a cursos de un instituto de enseñanza superior.

Tres meses después de la llegada de Mona y Cali, el ruido de los cascos sigue causando curiosidad en los pasillos de la Universidad del Estado de Michigan en Lansing (norte de EEUU). Los estudiantes, sorprendidos, le sacan fotos al animal con su teléfono móvil y le preguntan a Mona si lo que están viendo es realmente un caballo. "A veces respondo 'No. Es un juguete genial'", bromea.

La universidad tiene un centro reconocido a nivel internacional que brinda ayuda a los estudiantes y a los empleados discapacitados.

La presencia de la minúscula yegua castaña de crines negras suscitó interrogantes respecto al grado de desorden que podría provocar, pero su comportamiento ejemplar calmó las inquietudes y además parece entenderse bien con Harper, el perro de uno de los compañeros ciegos de Mona.

El hecho de tener a estos dos animales en clase "es un ejemplo sorprendente de la adaptabilidad de los estudiantes y de que pueden obtener lo que quieren en la vida", comentó Shelley Smithson, la profesora.

Los caballos miniaturas, que pesan menos de 45 kilos, tienen el tamaño de perros grandes, pero su fuerza física les permite además ayudar a desplazarse a personas con poca movilidad. También tienen una esperanza de vida superior: pueden trabajar durante una treintena de años, mientras que los perros para ciegos viven entre seis y ocho años.

Sin embargo, en materia de cuidados, son más exigentes y mucho más caros.

Sin Cali, Mona Ramouni, 30 años, no habría podido seguir sus estudios que en el futuro le permitirán trabajar con niños discapacitados. Y jamás habría salido de la casa de sus padres. "Mi vida es totalmente diferente", dijo recientemente. "En casa, sea cual sea la edad, los padres te tratan como un niño".

Los de Mona, inmigrantes jordanos, musulmanes practicantes, consideran los perros como impuros y no querían tener uno en casa.

La joven aprendió a desplazarse con la ayuda de un bastón y siempre podía contar con uno de sus seis hermanos o hermanas para ayudarla. Pero terminó sufriendo su falta de independencia y su incapacidad de desplazarse ella misma. Por eso, terminó por comprar a Cali en 2008.

Tras finalizar su entrenamiento, siete meses más tarde, el animal se mudó al jardín de la casa familiar en Dearborn (Michigan) y todo el mundo aprendió a ocuparse de las bolsas de comida, de la limpieza del estiércol y el mantenimiento de los cascos del animal.

Luego, Mona se mudó a Lansing. Pero todo salió bien y, pese a algunos inconvenientes, el pony y su dueña lograron adaptarse a su nuevo medio. Tanto es así, que el día que Mona se olvidó el recipiente para el agua de Cali, el animal no tuvo otra opción que aprender a tomar agua desde el lavabo de los baños del centro.

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